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Otras violencias de género

En los últimos meses ha resurgido el eterno debate en torno a la conveniencia o no de legalizar la  prostitución «decidida», la que, según algunas personas, se ejerce «libremente». Un manifiesto pide la regulación de cierto sindicato de «trabajadoras sexuales» y, entre las firmantes, feministas como Isabel Coixet, Yayo Herrero, Virgine Despentes o M.ª Jesús Izquierdo, entre otras muchas. La pensadora Silvia Federici aporta un argumentario pro prostitución, interesante si deseamos debatir y filosofar entre amistades. Con todo, creo que, siguiendo la tesis en La trampa de la diversidad de Daniel Bernabé, esta división frente a la prostitución resta, divide y perjudica la necesaria unidad como feministas. Por fortuna el feminismo se entiende y celebra de diversas maneras, pero esto nunca debe implicar fragmentación ni desunión. El neoliberalismo capitalista se alimenta de estas disputas de salón y de nuestras especificidades, por eso apelo a una conciencia de clase y de lucha en el más hondo sentido marxista. La trampa de la diversidad se caracteriza por una falta de consenso entre personas que, siguiendo su ideología, deberían combatir por el proyecto común que comparten.

 

Esa pueril diversidad fortalece el veneno patriarcal. Una batalla que lideramos en su momento la gente de izquierdas, nunca la derecha retrógrada y violenta complacida en la dictadura franquista y sus partidos afines como el Partido Popular, Ciudadanos y Vox. Nada espero de esta gentuza amiga de la doble y triple moral. Sí de mis camaradas de izquierdas. Por eso duele tanta disputa cuando ya sabemos hace mucho que la mujer es la clase social y económica más explotada. Una tesis estudiada magistralmente en la obra de la maestra Lidia Falcón, quien, junto a tantas otras, aporta décadas de argumentos, datos, reflexión y análisis sobre la prostitución y otras formas de explotación. El debate ya no debe ser si legalizarla o no. Se trata de hacer pedagogía abolicionista. Sería un buen modo de enfocar las actividades programadas por las instituciones públicas con motivo del Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Pues justo eso es la prostitución: maltrato, vejación, explotación, la vida de mujeres inocentes reducida a cuerpos para el consumo de hombres violadores sin escrúpulos ni dignidad.

Es el momento de exigir a nuestros gobernantes y gobernantas que se posicionen contra la prostitución.

Por eso considero indispensable que ayuntamientos e instituciones hagan pública su postura abolicionista. Es el momento de exigir a nuestros gobernantes y gobernantas que se posicionen contra la prostitución. Hay que mojarse. Y, por supuesto, actuar inmediatamente. Que nos digan cómo lo harán. Se acercan elecciones y entenderíamos el silencio como gesto cómplice o indiferente, mala cosa. Que se diga también en los centros educativos. En las empresas, ¿por qué no? A ver si las personas e instituciones se atreven a definirse, a no caer en la trampa de la diversidad –o la apatía moral, todavía peor– y adoptan una posición abolicionista sin entrar en tertulias de segundo o tercer orden. Hay demasiadas violencias contra las mujeres. Y hoy, más que nunca, se necesita compromiso claro, contundente y público para acabar de una vez por todas con la prostitución. No perdamos la ocasión. Yo, ¡profundamente abolicionista! ¿Y tú?

 

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