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El mercado de la universidad

La universidad pública, como institución, pierde fuelle. Ninguna persona sensata defendería hoy que ésta difunde, construye y articula conocimiento. La proliferación de universidades privadas –como la Católica o la VIU, por referirnos a las de València– acelera el negocio del conocimiento, el cual consiste en expedir títulos a la carta, previo pago y un simulacro de pruebas, trabajos y redes clientelares. Igual que hay un mercado de Trabajos de Final de Grado, de Máster o de lo que se tercie, las publicaciones, las citas, las referencias, los congresos y los artículos «científicos» forman parte de un bucle mercantilista. Guardo un grato recuerdo de mi época como estudiante de Filosofía en la Universitat de València, en una época –inicios del segundo milenio– en la que la crítica, el debate y el diálogo prevalecían a las tasas, los dobles grados y el imperante mercadillo de titulaciones fabricadas hoy. Unas tasas, por cierto, asequibles. Podías cursar Filosofía a razón de 500 euros el curso, a pagar en dos plazos si convenía. El Certificado de Aptitud Pedagógica (CAP) no se pagaba, supongo que por su escasísimo nivel de conocimientos. Ahora, convertido en máster, vale un potosí, aunque desconozco si sirve o no para algo.

En mis tiempos luchamos contra el Plan Bolonia. Huelga decir que perdimos la batalla. La primera consecuencia fue un considerable aumento de las tasas universitarias, excusándose en que las titulaciones servían para todo el territorio europeo. Me valió de poco pues, como tanta gente, nunca trabajé fuera del País Valencià, ni un mísero día. Aquí, igual que en el resto del Estado, apenas proliferan universidades públicas, aunque, por el contrario, las privadas se multiplican como champiñones. Construyen sus edificios en espacios privilegiados, bien comunicados, cerca de colegios mayores y ofrecen plazas a precios sólo aptos para la élite o la clase dominante. El discurso que cala es el de la «competitividad». Búscate un título, de doble o triple grado, pagado con un crédito si llega el caso porque el prestigio universitario se desvanece y el asunto es lograr una titulación en el mercadillo del conocimiento. Publica artículos que nadie lee ni siquiera interesan, acude a congresos para interpretar el mundo (casi siempre medieval), nunca para transformarlo y déjate influenciar por los intereses del mercado universitario, que, como el resto, devienen intereses económicos.

Así las cosas, entendemos la enorme preocupación de la Universidad Politécnica de València por la cancelación del Foro de Empleo. Perdieron mucha riqueza, contratos y noches de hotel. Su enfado con la acampada por Palestina expresa esa lógica de intereses mercantilistas. Si yo fuera rector reconocería a ese estudiantado comprometido con la injusticia, antibelicista y deseoso de un mundo mejor. Su espíritu debería ser el de toda la universidad y más todavía el del rector y la rectora. Pero, ¿a quién le importa esto? Un Foro de Empleo genera riqueza económica y ése es el único interés en cada universidad. En la pública deberíamos recuperar la búsqueda de un conocimiento liberador, una actitud crítica radical, el firme compromiso por un mundo justo y un rectorado y profesorado libre de las órdenes e intereses del capital.

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