Artículos

Razones para una huelga docente y decente

Razones las hay –y muchas– para una huelga docente. Ayer, hoy y siempre. Las mías añaden algunas reivindicaciones a la lista de despropósitos en que se ha convertido el sistema educativo, una máquina de engranaje a las órdenes del capital y el patriarcado que, años ha, buscaba emancipar a la ciudadanía. Hago mía cada exigencia de mis compañeras y compañeros: NO a los recortes, SÍ al valencià, NO al distrito único y MEJORA de las condiciones laborales. Con todo, estas exigencias opacan otras cuestiones educativas urgentes que deseo enumerar a continuación. Todas buscan un único propósito: reconducir el colapso educativo que sufrimos, alumnado y profesorado, desde hace, al menos, diez años.

  1. Derecho a la infancia. 1º y 2º de la ESO en los colegios de Infantil y Primaria, ¡ya! Es de sobra sabido que ambos cursos lideran el ránking de conflictos, violencia y problemas pero no así en sus colegios. Allí, de toda la vida, se sienten ubicados y acompañados por maestros y maestras ejemplares que los atienden como nadie. Dejémosles en su centro de referencia y que se incorporen a los institutos de Secundaria en la adolescencia.
  1. De la tristeza burocrática a la alegría de enseñar. Como en una oficina, el profesorado recibe órdenes y exigencias –nadie sabe de quién, aunque quienes disparan son los equipos directivos– relacionadas con absurdas tareas burocráticas: fichas, informes, tablas, formularios, permisos, memorias, consejos orientadores, papeles absurdos, en fin, cuyo destinatario/a desconocemos. La Administración manda, pero, ¿quién los lee? ¿Con qué fin? ¿Aportan algo valioso a la enseñanza? ¿O, por el contrario, distraen y colapsan al personal? Me gustaría conocer a esa persona aficionada a la tristeza burocrática para recomendarle la lectura de otros textos, qué sé yo, novelas, ensayos y tal. Recuperemos la alegría de enseñar fulminada por la violencia administrativa.
  1. Horarios humanos. La escuela no es una guarida para contentar a las familias. Hay que plantearse un calendario escolar diferente, otro horario de clases menos similar a las fábricas y darle tiempo al profesorado para planificar, organizarse y ocuparse de tantas tareas invisibles socialmente. Por ejemplo: atender a familias, acompañar al alumnado vulnerable, resolver conflictos… Los horarios dificultan mirar a los ojos a compañeros/as, cooperar, ayudar. Peor todavía: imposibilitan la atención individualizada, pues, con cien jóvenes o más a tu cargo, el cuidado, la proximidad, resultan impracticables. ¿Y esto de iniciar el curso recién estrenado septiembre? ¿No puede planificarse durante el mes sin prisas ni contratiempos? Hemos normalizado y patologizado un inicio de curso caótico durante dos meses, los necesarios para incorporar alumnado recién llegado, resolver la matrícula, cambios de optativa, conocer a la chavalada, etc. Bien avanzado octubre entendemos que el curso funciona ya.
  1. Democracia educativa. Hoy no sabemos quién manda pero sí quién obedece. Hace falta una mayor participación e implicación de profesorado, alumnado, familias… Las decisiones no se imponen, se consensuan. Todas. Una escuela dirigida por minorías corre el peligro de convertirse en una insignificante tiranía. Eso sí, no consideramos irrelevantes sus decisiones que afectan inexorablemente a todas y todos.
  1. Reducción horaria a tutores/as. Atender de manera individual a cada alumno/a y su familia requiere tiempo de calidad. Como el médico/a de cabecera, necesitamos espacios. Reducir, al menos, cinco horas de clase a cada tutor/a parece razonable.
  1. Filosofía y Valores Éticos en ESO. Por una vez hablaré de lo mío. Nadie me puede acusar de gremialista, apenas escribo columnas sobre Filosofía. Una especialidad, por cierto, maltratada a diestro y siniestro. El curso 2024/2025 se reduce a una hora semanal Valores Éticos en 4º de ESO. ¿Alguien considera posible educar en esas condiciones? Si te pilla alguna fiesta o actividad extraescolar el día de tu clase, ¡una hora de Valores Éticos en dos semanas! Ni espíritu crítico, ni valores cívicos, ni madurez emocional… ¡La Ética reducida a una «maría» institucionalizada! ¡Indignante!

Podría continuar. Hasta aquí seis reivindicaciones prioritarias. Parece difícil que las consideren. Convendría desarrollarlas, perfilarlas y ampliarlas. Uno tiene razones para una huelga docente y decente. Y aquí estoy, a disposición de quien considere, para aportar mi conocimiento –amplio, complejo, holístico y muy trabajado– a la Administración o a quien lo requiera.

Comparte el artículo:Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter