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    En primera línea

    Cada verano escribo contra los veranos, un periodo sobrevalorado por la masa mediocre. Amargada once meses al año, o más, idolatra absurdamente la época estival: el apartamento turístico deviene un orfidal similar a otros opiáceos que drogan la levedad del ser. Perra y asquerosa vida. Suerte que una birra con su tapita aligera tanta desazón existencial. Quien esto firma aborrece el verano a pesar de sufrir dos meses de vacaciones. Mantengo un poco de loca cordura. Si uno odia el mundo persevera en su agonía diariamente. Nada aplaca mi interés en destruirlo. Al contrario que ese proletariado víctima de la explotación capitalista, ¡conformándose con las migajas de dignidad que le…