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En primera línea

Cada verano escribo contra los veranos, un periodo sobrevalorado por la masa mediocre. Amargada once meses al año, o más, idolatra absurdamente la época estival: el apartamento turístico deviene un orfidal similar a otros opiáceos que drogan la levedad del ser. Perra y asquerosa vida. Suerte que una birra con su tapita aligera tanta desazón existencial. Quien esto firma aborrece el verano a pesar de sufrir dos meses de vacaciones. Mantengo un poco de loca cordura. Si uno odia el mundo persevera en su agonía diariamente. Nada aplaca mi interés en destruirlo. Al contrario que ese proletariado víctima de la explotación capitalista, ¡conformándose con las migajas de dignidad que le arroja el neoliberalismo! Mierda de salario, de acuerdo. Pero siempre habrá alguien peor, aduce el indigente mental. Calla, mezquino, y lee El manifiesto comunista  de K. Marx y F. Engels. La resignación perjudica seriamente la salud intelectual. Y la dignidad obrera.

A la gente le gusta la primera línea. De playa, se entiende. Ahí dejan su sombrilla a primera hora de la madrugada y se van un ratito a dormitar. Quien llegó por primera vez a un terreno libre exclamando «esto es mío» inventó la propiedad privada, según J. J. Rousseau: el origen de todos los males. Y llevaba razón. Algo similar ocurre cuando un tipo feo y barrigudo se apropia de una parcela de playa. En ese momento se siente burgués y privatiza la naturaleza, gesto que, como bien sabemos, conduce a una sociedad psicótica. El mar es patrimonio de la humanidad. Arriba el decrecimiento, derribemos los edificios de la playa y hagamos una comuna campera. La OMS debería considerar enfermedad mental la propiedad privada. La gente sana comparte, empatiza, coopera, entrega: «lo que das te lo das, lo que no das te lo quitas». Si lo dice Alejandro Jodorowsky, así sea.

A mí me gusta la primera línea. No de playa, obvio. Recogerse, pensar, escribir, el silencio, evitar a la gente también significa situarse en primera línea. En primera línea de tu propia persona. En primera línea de tu mente. Me parece una forma saludable de habitar el mundo. Unos prefieren broncearse a la espera de recuperar su paupérrima rutina. El jefe tirano, el Capital o una familia odiosa esperan a la vuelta de la esquina. Siempre nos quedará agosto. Y los fines de semana. Opio para el pueblo pero sin el pueblo. Más que nada porque la nuestra es una sociedad atomizada e idiotizada. Todo es diverso, auténtico, genuino. Así se proyecta en el espejismo de las redes sociales. El problema radica en derrochar energía expoliando la arena del mar. Es entonces cuando la podredumbre, el Capital, la opresión y la desigualdad mantienen sus privilegios en primera línea. Así nos va.

https://www.levante-emv.com/opinion/2020/07/01/primera-linea/2026751.html

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