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Soledad

El gentío «hace el agosto». Los poetas malditos no sudan, plañen refugiados en su soledad. La piscina es opio para el pueblo, bullicio turístico ruidoso. Diríase que, mientras unos hacen el agosto, otros hacemos el invierno. La expresión no existe, aunque tampoco Caperucita y genera abundante literatura. «Nadie puede conservar su soledad si no sabe hacerse odioso», sentencia E. M. Cioran. El filósofo rumano murió sin ponerse un flotador en toda su vida. Este gesto nimio es el resultado de un gigantesco universo solitario. El CIS debería indagar en estas cuestiones, ¿cuántas personas pasaron por el mundo sin usar crema protectora solar? ¿Quién mantiene impoluta su dignidad sin pisar un roñoso chiringuito? La sociología tiene una deuda pendiente con cuestiones de esta índole. 

Aristóteles decía que la vida feliz es impracticable fuera de la comunidad, una memez en toda regla:  la existencia es una contradicción irresoluble. Con suerte se sobrevive, se malvive, se malconvive. En verdad la dignidad humana consiste en la capacidad de huir de la sociedad, aferrarse a la convivencia con uno mismo evitando la ruina moral que supone el otro, la otra. La gente mediocre huye de sí misma. Para eso se inventaron la familia, las amistades, los aniversarios y el gimnasio. Todo proyecta ruido. Todo evade la introspección. Sin fragor brota el pensamiento, la filosofía, la finitud. La sociedad es el escondite de quienes temen la soledad. Conociéndote a ti mismo te conviertes en un antisistema. Dígaselo si no a F. Nietzsche o María Zambrano.

La gente anodina ataca a las personas solitarias. No soportan que se soporten a sí mismas, disfrutando de una existencia individual y no colectiva, alejadas de la vulgaridad que supone la paella dominguera, el mogollón, el vocerío. Cuando eres asertivo y dices rotundamente «no» a tan ridículo boato social te acusan de filósofo, poeta o bruja. La soledad, insisto, es la única compañera de nosotras, almas nobles. Y esto resulta toda una provocación para esos individuos que ocupan su mísero transitar vital en rellenar el tiempo con absurdos rituales sociales. La soledad, ¡todo un ejercicio de resistencia contra la vulgaridad!

https://www.levante-emv.com/opinion/2020/08/11/soledad/2040490.html

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