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    Demérito

    Nadie puede vivir sin oxígeno. Permítanme esta perogrullada veraniega. El calor asfixiante requiere columnas ligeras, ágiles, liberadas de metafísica y argumentario tórrido. Si dijera «refrescantes» resultaría hiperbólico. Un columnista difícilmente refrigera. Más bien al contrario, agita la indignación de las personas lectoras, mejor todavía si esto supone encender hogueras o antorchas, principio básico de toda revolución. La gente vive anestesiada. A lo sumo se enciende uno el móvil, el pitillo o el televisor. El estío no favorece ninguna sublevación, como se constata en esa apatía con que se digieren corruptelas monárquicas. No hay toma de la Bastilla a la vista. De sombrilla sí, pero ésta es otra historia.  Los patriotas…