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Dana y 25N

El 25N anima a señalar las violencias patriarcales que sufren niñas y mujeres por el hecho de serlo, ejercidas, sin matices, por los varones. Esa patriarcalidad estructural convierte la violencia de género en el peor terrorismo planetario, pues, aunque en Europa no las sufren –en principio, aunque ha lugar para el debate– denunciar los vientres de alquiler, el matrimonio infantil y forzado o la mutilación genital femenina recrudecen los avances en derechos entre hombres y mujeres. Quiere decirse que, frente al discurso «manosférico», misógino y machista de jóvenes y adultos alertando de los «privilegios» de las mujeres sobre los hombres, el feminicidio campa a sus anchas y se reinventa como el patriarcado. En países como Afganistán se priva a las mujeres de hablar o reír en público. En España aumentan cada año las cifras de víctimas de violencia de género, es decir, de los hombres, y sigo pensando, en verdad, que la responsabilidad es exclusiva de nosotros, victimarios, y no del feminismo ni de los talleres que un servidor imparte en los institutos de Secundaria y colegios.

En el 25N podría escribir sobre violencia sexual, pornografía y prostitución, violencia ecónomica, violencia administrativa, violencia psicológica, violencia digital o violencia judicial, pero, ante la trágica situación causada por la dana, convendría recordar a tantas mujeres vulnerables, más si cabe, entre un escénario bélico. Me refiero a las maltratadas por sus maridos, a mujeres en situación de prostitución, a mujeres con trabajos precarios, migrantes que llegaron a València en busca de un mundo mejor, a niñas abusadas sexualmente, a todas las criaturas que encuentran en su colegio un espacio seguro, amigable, amoroso… Pienso en la feminización de la pobreza, cómo afectará a todas ellas, si llegará algún día esa «reconstrucción» pregonada desde los estómagos agradecidos de políticos como Mazón. La reconstrucción debería tener rostro de mujer porque difícilmente alguien entienda tanto de reparación como el sexo femenino. Se reconstruyen las mujeres prostituidas y violadas por puteros, también las víctimas de abusos sexuales, de pederastia, las maltratadas por sus parejas, las abandonadas por la administración y las que huyen de su país para escapar del terrorismo machista. La mayoría logra recomponerse con apoyo mutuo de mujeres, con redes amorosas potentes, sororas, feministas, aunque nunca dejas de ser víctima cuando el patriarcado te destruye.

Son muchas las personas, las familias, los barrios y las poblaciones golpeadas por la dana. No las olvidemos, nos necesitan. Tampoco lo hagamos con esas mujeres profundamente vulnerables. ¿Qué necesitan? ¿Dónde están? Necesitamos respuestas.

https://www.levante-emv.com/opinion/2024/11/25/dana-25n-112002680.html

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