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Violadores en potencia

Dominique Pélicot, acusado de haber drogado a su mujer con ansiolíticos durante una década, permitió que al menos 72 varones de diversa edad y condición la violaran. Se descarta que sufra patología o anomalía mental alguna, así que, según parece, cumple a rajatabla la condición de hijo sano del Patriarcado. La violencia sexual sufrida por Gisèle Pélicot impacta al mundo por su monstruosidad –cada violencia contra la mujer lo es en sí misma– pero más todavía como espejo de una sociedad patriarcal desinteresada en abordar el terrorismo machista. Parece un guión de serie de terror aunque, malogradamente, se trata de otro caso de violencia contra la mujer destacadísimo a nivel informativo por la enorme cantidad de violadores dispuestos a abusar sexualmente de una víctima inconsciente, desprotegida y mercantilizada por su marido: un padre, abuelo y vecino «entrañable» hasta que se descubrió lo contrario.

El caso Pélicot acusa directamente a su marido y 72 hombres aunque también nos apunta a todos los varones de distintas edades y condición, del ayer, del hoy y el mañana: si usted tiene un niño varón, o lo tiene en un futuro, éste aspira a violador en potencia. Esto no es un insulto, ni una ofensa, ni una provocación. Es más bien una realidad constatada: ya sabemos que no todos los hombres violan, pero, cuando denuncian una violación, la víctima siempre es mujer y el victimario varón. Aducir que no todos los hombres violan raya en lo absurdo. Este mantra desnaturaliza el debate ocultando un dato que, como hombre, me desconcierta: la falta de límites en los varones. 72 abusaron sexualmente de una mujer desprotegida y drogada: ni uno dudó en violarla, ni uno se arrepintió y ninguno puso una denuncia aunque fuera para evitar mayor sufrimiento al ya causado. Todo un indicador de invulnerabilidad, por cierto. ¿Dormían bien? ¿Pudieron convivir entre amistades o familiares deshumanizando a una pobre mujer drogada? ¿Pensaron en algún momento en sus hijas, hermanas, madres, esposas? ¿Cabe una pizca de arrepentimiento? Las 72 bestias con pene no son casos aislados. «Cuando tocamos a una, tocamos todos», así de sencillo. Ya basta de decir no todos… ¡Si violas, eres hombre! ¡Si pagas, abusas y eres hombre! ¡Si explotas mujeres eres hombre! ¡Si consumes pornografía eres hombre!

Gisèle Pélicot es una víctima y cada hombre debe sentir empatía, dolor, indignación y vergüenza por el drama sufrido y la violencia causada en su persona. Sólo así podemos comprender que la masculinidad hegemónica es un problema de primer orden por la incesante violencia que ejerce contra las mujeres. A partir de ahí urge actuar, darle referentes masculinos igualitarios y no violentos a nuestros chicos, así como denunciar y conceptualizar las distintas violencias ejercidas contra las mujeres. Cualquiera de nosotros, varones, es un violador en potencia, porque, se mire por donde se mire, las mujeres nunca abusaron sexualmente de varones, nunca pagaron por acceder a los cuerpos de hombres –si pagas, abusas– y su cuerpo «es un libro en el que se inscriben las reglas del Patriarcado» (Celia Amorós). La ofensa no cabe. En todo caso, la afrenta debería cambiar de bando. No me ofende que se diga que los hombres somos violadores en potencia. Me ofende que lo sean.

https://www.levante-emv.com/opinion/2024/09/12/violadores-potencia-108021746.html

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