He sido víctima en no pocas ocasiones de la idiotez moral de progenitores impertérritos ante la escandalera de sus vástagos. Cierta noche cené a todo gas y en silencio sepulcral para largarme a otro lugar. Imposible dialogar rodeados de una multitud abigarrada de críos vocingleros. Compartíamos terraza (es un decir) al aire libre, mientras, sus arteros padres, cenaban sosegadamente en el interior del local, ajenos al barullo y haciendo suyo aquello de «ojos que no ven…». De poco sirvieron varias quejas al camarero, quien, apurado y avergonzado, no sabía cómo mediar ante la impasibilidad de esa desdeñosa chusma causante de tal tragedia gastronómica (los padres, es otro decir). Parece injusto…

Un edil del PP en Mallorca propuso conmemorar el día del machote. Pidió perdón por tamaño dislate barruntado para rechazar la moción de apoyo al colectivo LGTB y contra la homofobia. En verdad la suya fue una suerte de estrategia retórica: uno acude al chiste fácil cuando sabe que carece del más mínimo sentido común. De idéntico modo, los bárbaros nos tildan de feminazis a quienes reivindicamos la igualdad entre hombres y mujeres. Palabras ocurrentes exentas de semántica, pero muy simbólicas. Esto lo sabemos en honor a G. Frege y su célebre artículo Sobre el sentido y la referencia, clásico de la filosofía del lenguaje que un servidor estudió en…

La baronesa Thyssen sostiene que «ser rico conlleva mucha responsabilidad». La suya ha sido una perogrullada, archisabida desde El ser y la nada de J. P. Sartre. Sus palabras recobran otra dimensión por mor del sujeto que las profiere, una rica asquerosamente rica. Antes de Carmen Thyssen, Aristóteles ya estudió el ser en tanto que ser: «se entiende de muchas maneras, pero estos diferentes sentidos se refieren a una sola cosa, a una misma naturaleza». En vista del linaje ontológico de ambos, mejor no contradecirles. A fin de cuentas disponen de entrada propia en Wikipedia. La señora corta bacalao en el Museo Thyssen-Bornemisza y se tutea con el Ministerio de Cultura. La…